June y Yo, el primer día de las clases a UC Berkeley – Agosto 2012

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Yo recuerdo que me levantaba y absorbía como una esponja del jet lag de toda la casa. Yo recuerdo que bajaba al refectorio. Yo recuerdo que me sentaba a desayunar con Anaïs, la primera persona a quien me presenté oficialmente y a quien seria la ultima persona que yo diría adiós al fin de nuestro año en la casa donde vivía en la Casa Internacional. Yo recuerdo que tomaba el ascensor con una chica italiana y un chico turco. Yo recuerdo que conocía a las personas de mas que una docena países antes del almuerzo y de una docena mas después. Pero no conocería a mi compañera de cuarto, June Soyoung Park, hasta el día siguiente después de llegar.

Ella ya llegó, yo sabía el momento que la escuché a la puerta. Salté de mi cama, por poco me golpeo con los tableros de la cama superior que yo había reservada para ella. Abrí la puerta- “June?” yo le pregunté, “Bienvenidos! Soy Gabby! Necesitas ayuda con tus maletas? Te puedo abrazar?” “Claro,” se rió cuando nos abrazamos por la primera vez.

Yo encontré a June en el plataforma en línea para los compañeros de cuarto de la Casa Internacional poco después que apliqué. Desde entonces, nos habíamos comunicando por el correo durante todo el verano. Habíamos aprendido de todos nuestros intereses y nuestras vidas antes de cuando llegaríamos a Berkeley por el semestre de otoño- ella como una estudiante de intercambio de Corea del Sud haciendo sus estudios jurídicos a la Universidad de Waseda en Japon, y yo como una estudiante de transferencia de Sacramento, California estudiando desarrollo internacional.

La historia de nuestro primero encuentro ha sido contada muchas veces a nuestros compañeros residentes. Yo no se que si hay un secreto al mantener realmente una relación de éxito con un compañero de cuarto, pero para nosotras el gran secreto fue un combinación de paciencia, mentalidad abierta, y locura reciproca. Aunque somos de los lados del mundo completamente opuestos, podíamos llenar cualquier diferencia que teníamos por lo que nos enseñaban nuestras vidas y culturas. La llevé a todas mis lugares favoritas de San Francisco y ella me enseño como cantar sus canciones favoritas de K-Pop. Juntos, tratamos de practicar hablando en español y compartimos las payasadas sin fin durante las noches de cuando no podíamos dormir a causa de las tareas y lecturas infinitas. Todo el tiempo, creamos juntos un nuevo mundo dentro de la Casa Internacional.

Después de todo, es lo que todos viven en la Casa International hacen Cuando había representantes de todos los continentes viviendo en una casa, nos convertimos en embajadores de nuestros países, pero también somos testigos y participantes en los intercambios. ¡fenomenal! los que pasan en casa cada día; Incluso algo tan simple como compartir una comida con un extranjero del otro lado del mundo, tomando el tiempo para tratar de aprender solo unas palabras de otro idioma o levantarse encontrando un nuevo amigo cada mañana. En cada encuentro, la Casa Internacional se convierte en un mundo de nuestra creación.

Mientras que residentes y amigos cariñosos van y vienen, estos intercambios no son inútiles. Las memorias y lo que se había construido en la casa durante los años pasados, continuara influenciando a los residentes actuales y futuros, también nos regresan en el tiempo, recreando nuestros mundos reales, durante mucho, mucho tiempo, después de nuestra salida. Lugares que parecían distantes y extranjeros, ahora tienen sofás con nuestros nombres. Cuando salimos de la Casa Internacional, tenemos la oportunidad de recrear nuestros mundos y unirnos.